martes, 9 de junio de 2009

Galeria Inca Garcilazo de la Vega

Armando Williams


"Los trabajos y los días 28 de mayo/ 30 de junio"





Entrar al Centro Cultural Inca Garcilaso es un refugio del caos y bullicio del centro de Lima, en lugares como este se encuentra alguna paz. Las paredes de la galería aparte de aislar el ruido parecen proteger las obras de Armando Williams de una posible corrosión o perjuicio. Al cruzar el marco de la segunda puerta inicia el profundo viaje al interior del artista, los que nos somos críticos de arte buscamos entender los objetivos, razones o sentimientos que llevaron a Williams trabajar sobre estos lienzo. Algunos buscan encontrarle sentido a esas líneas de colores producto de los chorreados que paulatinamente iban integrando una hermética urdimbre, y otros intentan llegar al mismo punto a partir de la denominación de la obra, claro que quedan desconcertados y muchas veces perdidos cuando en el pequeño recuadro blanco dice “Sin título” (150 x 85 cm).

Repasando un poco sobre el artista encontramos que es uno de los miembros más representativos de la generación emergente de los años 80, aquella llegó a experimentar distintas formas de hacer arte mientras todavía era posible la subversión, cuando todos creíamos en el poder de la imaginación. Pero Sendero se encargaría de modificar las formas de sus representaciones y la violencia sincronizaría con el arte del Perú.


En el caso de Armando Williams fueron las torres derrumbadas por la guerra, la omnipresencia de los fardos funerarios y el renacimiento de Inkarri terminaron convertidos en emblemas de su visión sobre nuestras vidas.



A lo largo del tiempo tomó otros rumbos y ganó experiencias, lo que se vio representado en sus obras artísticas. Después de algunos años en Nueva York, en sus obras predomina un concepto espacial a través de un espacio artístico que él define como “un tejido formado por incontables hilachas y cintas que conducen a varios caminos y laberintos”.

Pero que con el tiempo se han visto influenciadas por otros elementos como los tonos mortecinos de antaño que adquieren brillantez y se vuelven vibrantes cuando líneas y formas surcan el espacio entrecruzándose. En uno de sus lienzos vemos camuflado un animal muy tranquilo en su andar, que ha sido logrado mediante hilos entrelazados. La tortuga.

Nadie podría decirlo mejor que Luis Lama quien escribió el texto principal de la exposición. “La trayectoria de Williams es de una coherencia excepcional. No hay concesiones y el rumbo se mantiene en un viaje interior en el cual destaca la permanente búsqueda del equilibrio, o dicho de otro modo, la paz consigo mismo.”

Y como dijo Doris Bayly, refiriéndose a Armando, “… el pintor camufla sus líneas, buscando una lectura distinta y ser él mismo. Es la idea. No ser distintos al resto para sobrevivir. Y una vez distraído el enemigo, celebrar la vida”.
No deje de visitar esta galería que permite descansar un poco de la rutina del centro histórico y lo traslada a otras épocas, otros mundos, quizá para que como Armando, se encuentre consigo mismo.

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